viernes, 14 de junio de 2013

Empatía: “¿NOS IMPORTAN LOS DEMÁS?”




Queridos alumn@s, familias, profesores y profesoras… y todos aquellos que tengáis la oportunidad de ojear esta “Hoja del Rosa”: acaba el curso escolar y en la Comisión de profesores “Quiero contarte” no queremos dejar  pasar la oportunidad de cerrar nuestro trabajo sin tratar un valor esencial en el ser humano, la empatía: ponernos en la piel de cualquiera de nuestros congéneres, comprender y compartir sus alegrías y sufrimientos, hacer de los demás una parte de nosotros mismos.


La empatía es la capacidad que tenemos las personas para conectarnos emocionalmente a otra persona y responder adecuadamente a sus necesidades: compartir sus sentimientos e ideas, de tal manera que logra que el otro nos vea como una ayuda en la adversidad y no un adversario.


La empatía es considerada inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner: capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir.. Pero, por encima de todo, nosotros la consideramos un inmenso valor humano que hay que cultivar en cada ser para que cada día seamos mejores personas.

En general es fácil, para la mayoría de las personas, ser empáticos ante un daño físico  de otros (una enfermedad o accidente), sentir su dolor y su sufrimiento y prestarles nuestra ayuda. Igualmente ocurre en caso de un dolor emocional (la muerte de un ser querido). En otros casos, sin embargo, es más difícil ponernos en la piel del otro: hay personas muy egocéntricas, soberbias, que desprecian a los demás y son capaces de herir emocionalmente, y que, sin duda, sufren aunque crean y creamos lo contrario, y estas personas también son dignas de empatía y ayuda, lo que además de evitarles sufrimiento, permitirá que dejen de hacer daño a otras personas.

La falta de empatía puede verse a menudo al observar las reacciones de los demás. Cuando una persona está principalmente centrada en sí misma, en satisfacer sus deseos y en su propia comodidad, no se preocupa por lo que los demás puedan estar sintiendo y no tiene una respuesta empática ante ellos: Es la madre o padre que responde con un "mmm" indiferente, cuando su hija pequeña le enseña con entusiasmo su último dibujo, sin percibir la decepción de la niña al ser ignorada. Es el marido que llega a casa cansado del trabajo y se sienta a ver la tele mientras espera que su esposa, que también llega cansada del trabajo, se ocupe de hacer la cena y de bañar a los niños. O es la persona que dice no importarle si hay calentamiento global o si estamos contaminando el ambiente porque considera que ya habrá muerto cuando todo eso sea un verdadero problema.
            LA FÁBULA DE LA RATONERA

Un ratón, mirando por el agujero de una pared, vio a un granjero y a su esposa abriendo un paquete.
Sintió emoción pensando qué sería lo que contenía ¿qué tipo de comida podía haber allí?
Cuando lo abrieron, quedó aterrorizado cuando descubrió que era… ¡una ratonera!
Entonces fue corriendo al patio de la granja para advertir a todos: “hay una ratonera en la casa, hay una ratonera en la casa…”!!!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando , levantó la cabeza y dijo: “Discúlpeme señor ratón. Yo entiendo que es un gran problema para usted, pero a mí ni me perjudica en nada ni me incomoda”.
El ratón fue hasta donde estaba el cordero y le dijo “¡hay una ratonera en la casa!”
El cordero, que tenía buen corazón, le contestó: “Discúlpeme, señor ratón, pero yo no puedo hacer nada, solo pedir por usted. Vaya tranquilo, que estará presente en mis oraciones”.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo: “¿Pero acaso yo estoy en peligro? Yo creo que no. Es más, estoy segura de que no”.
Entonces el ratón volvió a la casa preocupado y abatido sabiendo que se tendría que enfrentar solo a la ratonera del granjero.
Por la noche se oyó un gran barullo en la granja. Algo había caído en la ratonera. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado y en la oscuridad no vio que había una víbora atrapada por la cola… y la víbora mordió a la mujer. Y la mujer enfermó.
El granjero, preocupado, quiso preparar un buen caldo para su esposa. Agarró su hacha y fue al gallinero para buscar el ingrediente principal: La gallina.
Como la enfermedad de la mujer empeoraba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Y el granjero, para poder ofrecerles algo de comer, mató el cordero.
Pero la mujer no mejoró y acabó muriendo y el granjero entonces vendió la vaca al matadero para poder cubrir los gastos del funeral…
Así que… (moraleja): la próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo no le debes prestar atención… piénsalo dos veces.




PARA REFLEXIONAR UN POQUITO:  Si cuando otra persona comete actos egoístas e incluso maliciosos, fuéramos capaces de admitir que uno mismo también comete esos errores a menudo, entonces seriamos más comprensivos con los demás y con nosotros mismos, veríamos con claridad que todos estamos “fabricados con la misma madera” que necesitamos compasión y tolerancia de todos hacia todos y, sin duda, viviríamos mucho más felices.




Sabio era quién dijo que al mirarse en el espejo, veía a los demás y cuando miraba a los demás, se veía él mismo.

  



1 comentario:

  1. Es verdad la en patia es hacer bien la en patria es algo bonito

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